Mitchele Vidal | @imagenesurbanas

viernes, 20 de abril de 2012

Eje del buen vivir, sabores, son y arte


A veces lo obvio es invisible a los ojos. Esa fue lo que pensé cuando visité por primera vez el  Eje del buen vivir o Paseo de los Museos. Es un espacio urbano, sencillo en su planteamiento pero efectivo en su resultado, porque conecta edificaciones emblemáticas de Caracas dedicadas al arte y al espectáculo.

El Eje del Buen Vivir vincula los espacios externos de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (antigua sede del Ateneo de Caracas), los jardines del Museo de Ciencias y el Teatro Teresa Carreño. En realidad, se desarrolla, precisamente sobre los jardines traseros del Museo de Ciencias. Unos espacios tan hermosos como olvidados, que se muestran a la vista y al disfrute de todos con sólo subir un par de escalones que salvan el desnivel con el teatro Teresa Carreño o la plaza Balzac.

Por la caminería el público disfruta de los hermosos jardines del Museo de Ciencias y su abundante vegetación, e inmersa en ella, despuntan 5 kioscos de estructura liviana que ofrecen a los caraqueños –ávidos de espacios públicos– la oportunidad de disfrutar desde un coctel hasta un tentenpié con buena música. Las mesas quedan al cobijo de livianas bovedillas de estructura verde intenso que se mimetiza con la vegetación. 

La oferta gastronómica incluye: heladería, café,dulcería y sitios de comida venezolana ligera regada con cocteles tropicales.  Hay música en vivo hasta pasadas las 10 de la noche con seguridad incluida. 

Estos espacios fueron acondicionados por la Dirección de Edificaciones Culturales del Despacho de Cultura, liderada por el arquitecto Raúl Grioni quien dotó a este espacio de una arquitectura liviana y pequeños toques preservando toda la vegetación existente y transformado el lugar en un jardín urbano.

Allí se  aprecian las esculturas de Francisco Narváez y la solemnidad académica del edificio de Carlos Raúl Villanueva, aunque, lamentablemente, la factura constructiva actual dista mucho de la calidad que esplende de cornisas, bajo relieves y esculturas del Museo de Ciencias de aquellos años ‘40. 

Además de la caminería y el área de mesas se dotó a estos espacios de un mini anfiteatro al aire libre para lectura de textos y poesía y se recuperaron los sanitarios existentes. 

¡Así que no lo dudes! Alrededor de los muesos y bajo el abrigo de verdes bambúes puedes disfrutar de una noche de sabores, son y arte venezolanos. Falta que en una próxima etapa liberen de rejas e integren estos espacios, también a la plaza de los museos. ¡Que así sea!


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