Mitchele Vidal | @imagenesurbanas

domingo, 10 de marzo de 2013

Desde el Mirador de la Cota mil

La Cota mil serpentea al ras de El Ávila desde La Urbina hasta San Bernardino. Desde allí -atrapada en una cola o rodando libre- disfruto la vista Norte-Sur de Caracas, mientras la recorro de este a oeste o viceversa.

Proyectada en 1951 y, a pesar del beneficio que traería a nuestra ciudad su culminación -está previsto que llegue hasta Catia y de allí conectar con la autopista Caracas- La Güaira-, sigue inconclusa. Aquí les dejo un artículo que cuenta su historia y otro donde reseñan que ya se iniciaron los trabajos de ampliación.

Pero de lo que quiero hablarles es del mirador. Ubicado al norte del tramo comprendido entre Altamira y La Florida. Los caraqueños, además de disfrutar el cierre de la avenida todos los domingos para caminar, correr, andar en bici o en patineta, también pueden merendar en las pequeñas terrazas y hacer yoga, bailoterapia y otras actividades deportivas y recreativas cualquier día de la semana en estas áreas rescatadas.

No es muy grande pero todo espacio público se agradece y mucho más, sí desde allí tocamos a nuestro amado cerro. El Ávila. Esa montaña arraigada en el imaginario de los caraqueños y de todo aquel que llegue a nuestra ciudad y sienta su presencia, enorme, mansa y verde. Cualquier época es buena. Así es de generosa esta ciudad que cambia de color y de calor todos los días de todos los años.

Además de la vista y del canto de los pájaros puedes sentir el sonido profundo y duradero de una pequeña réplica de La campana de la amistad que el gobierno de Corea nos regaló en el Bicentenario de la Independencia.

Así que acércate. Hay estacionamiento, sombra y una docena de pipotes para desechar -clasificados- los desechos sólidos.

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